Esta va desde el lecho coltoniano tomando sopita de hongo chino, extracto de pescado thai y jengibre ( puede que cure el resfrío pero sabe a mediasuela de pie de koreana y temo me empiece a crecer pelo en nuevas zonas del cuerpo.)
El hecho es que tengo el conteo de glóbulos blancos de un nene de dos años moribundo (con triple cepa de ébola encima )cuando llega el otoño. No falla. Al primer fresco caigo en cama con esta suerte de resfrio que no se termina de definir. Ni gripe total, ni lo suficientemente leve como para salir a dar una vuelta. Un "ni" generado a base de poco sueño, mucho estress y una dieta con bastante escabiolino: el combo perfecto para la reproducción de virus y bacterias.
Y como no tenía mucho en la heladera me fuí para el super a ver que encontraba como para pasar esta malaria.
Me calcé lo primero que encontré y salí con la piojera medio sopleteada y la tarjeta del DIA. Supermercado del surrealismo a escasos metros de casa. Ventajas: precios de risa, mercadería que a veces viene de España bajo segundas marcas, personal tristemente capacitado para no resolver nada y está a una lanzada de piedra de la puerta de casa. Desventajas: sus góndolas parecen saqueadas siempre, tenés una sola variedad de cada producto y las marcas " lideres" compiten con marcas que el perro ha olfateado y dejado entre ladridos de ofuscamiento.
El Super Día tiene algo especial aquí en Urquiza, es uno de los últimos reductos de pobreza estructural del barrio. Aquí vienen las embarazadas de plan social con cuatro crios encima y dos botellas de CHEVECHA vacías para satisfacer los deseos etílicos de su pareja desempleada. Aquí todavía se compra grasa para las tortas fritas y un kilo de harina en los días de lluvia.
Aquí los "mamurdas" del barrio, vienen a aprovisionarse de vino en cartón y jugo concentrado de oferta para hacer "el mezcladito". Y sus miradas se entremezclan con la de las viejas locales. Las viejas del barrio son un tema aparte, casi para un libro. Mucha viuda por acá, mucha vieja con gatos, las menos con algún marido que las acompaña. Esas son divertidas: las veo llevando siempre algo para "la picadita" del dorima: salamincho, un quesito, unas papitas y el vermú. A veces me digo para mis adentros "Son un amor, pero lo van a matar de un pico de presión a ese pobre hijo de putas...". Tengo una en especial que es para filmarla: Esta chapa, chapa... no chapita, sino chapa jodido. Está de acá desde la fundación de Buenos Aires. La dejó Don Pedro de Mendoza para que se la morfaran los indios y no hubo caso. La deben haber hervido dos horas pero la vieja seguiría dura, así que antes de terminar en lo del médico brujo por un diente roto habrán preferido perdonarle la vida. Y se aquerenció al barrio. Y cada tanto la veo, viene con una bolsa de red en la mano, paseando por el medio del las góndolas de enlatados, charlando con las latas de conserva ( Las primeras veces que vine a comprar acá me llevaba unos cagazos de novela cuando la veía contándole sus penas a las arvejas remojadas de 400 gramos) y cuando paso por al lado, siempre me pide que le alcance algo, porque pobre, debe medir un metro treinta en tacones. Y yo veo que viene con el canasto y le pone tres paquetes de sal y después los saca a las puteadas porque no necesitaba sal sino arroz, y va mirando feo a todo el mundo como si la gente le cambiara los paquetes. Hace tres pasos más y repite el proceso, con la harina leudante y la polenta. Y así, le va rompiendo los huevos a todos los que encuentra en el pasillo, sean clientes o repositores. Te pide el precio de cada cosa tres veces, va taconeando entre los descuentos con la estabilidad de un sachet de leche, haciendo zig zag entre las ofertas de sidra y pan dulce que quedaron de las fiestas, asomándose a las heladeras a ver si hay hamburguesas congeladas o vaya a saber qué. Pobre vieja, con lo resbalosa que viene uno de estos días se nos va a ir de mente a uno de los freezers y va a quedar más dura que Walt Disney. Ya me veo revolviendo buscando un almendrado y ahí al lado de las Patitas la javie hecha un Patalín abrazada a una lata de choclo cremoso.
Por suerte llego a la caja, ahí hay una cajera especial. Bruta como un arado, todo lo que pasa por el escanner tiene que ser golpeado, como que sin ese golpecito el laser no funcionara. Ya es la quina docena de huevos que me reponen, la puta madre, y yo con este resfrío.
Por suerte llego a la caja, ahí hay una cajera especial. Bruta como un arado, todo lo que pasa por el escanner tiene que ser golpeado, como que sin ese golpecito el laser no funcionara. Ya es la quina docena de huevos que me reponen, la puta madre, y yo con este resfrío.
By Cof Cof Colton & "Gesunheit" Vegas.

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