No soy de caminar mucho por el centro de la ciudad, cada tanto me escapo de la periferia y me llevo algún libro para el subte y me animo a la locura de sus peatonales y motos zumbando entre la gente.
Caminando y casi de la nada, me cruzo a un flaco que solía pasar por casa a llenarse la panza. Por suerte lo vi pelado, medio consumido y con cara de que sus coronarias se darían por vencido antes de los cuarenta. Suelto, como suelen portarse los cararrotas, me contó en dos minutos su pedorrada existencia sin siquiera preguntarme como estaba. Habló sin pausa hasta que me dice palmeándome el hombro: " Che cuanto hace que no nos juntamos?"
- A Dios gracias, un montón- respondí.
Y me dice: -Y¿Cuándo te armás algo por tu casa?- Y sentí como su cara se volvía un blanco móvil de una trompada con carrera. "Este hijo de putas tiene el tupé de pedir venir a morfar de nuevo de arriba cuando nunca en la puta vida me invitó un café, rata de alcantarilla." pensé para mí.
Lo miré, seguía sonriendo el pelotudo.
-El día que vos pagues por la comida-
Y se hizo el ofendido. -Che me hacés quedar como un rasca- y cambió la sonrisa por una mueca.
-Mirá- le dije mientras tanteaba mi billetera ante sus ojos, - Porqué no la hacemos fácil y te llevás la guita ahora. Así me ahorrás el preámbulo de "los amigos son los hermanos que uno elige" y te comprás un sánguche en la esquina sin regalarme esta sanata tanguera de "LA AMISTAD" (que es cuando uno de estos hijos de rutera se te ponen a hablar de valores sagrados que solo aparecen cuando necesitan un favor, plata, los largó la novia o estan embolados).
-¡Che loco, me ofendés en mi honor!- me dijo.
Saqué dos pesos más y los sumé al montoncito. -Disculpame, yo a veces me olvido del valor de las cosas- le dije.
-Buena onda lo tuyo- dijo el roedor.
-Andá a comprarte un panchito en la esquina- le tiré y lo ví alejarse confundido.
Es que la mano viene compleja. Antes de ponerme a estudiar gastronomía mi casa ya era un juntadero de buenas y malas compañias, vividores, gente sin recursos, gente solitaria, nacionales, extranjeros. Ha pasado de todo, literalmente de todo: hemos tenido cenas tranquilas y ha venido la yuta buscando a alguno, han habido romances, festejos, cumpleaños, fiestas de despedida de soltero, cenas a la luz de las velas e interrogatorios a la luz de los reflectores. Platos de invierno, de verano, parrilladas, pescados, el infaltable helado con frutos rojos. Comida étnica y criolla, entre pocos o de pié por superar la capacidad de sillas. Gente que después desapareció y nunca más ni escribió ni llamó. Marce dice que es porque la gente está enfracada en su mundo y no da pelota, Ingrid sostiene que son los momentos de cada uno, que a veces le pasa cuando sus amigas se ponen de novias. Yo ya ni opino desde que uno de mis mejores amigos me dijo " me embola verte cocinar por tres horas". ¿Será cuestión de pedir empanadas?..
By Colton & Vegas

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