Me peino la piojera rebelde a la mañana de viernes, pensando cómo haré para llegar de punto A al punto B de la ciudad. No dependo del transporte público, soy un tonto rehén del transporte privado en esta Ciudad. Ya salir de casa se vuelve un tedio, tomar la autopista mientras tengo a un tachero mal medicado con olor a bolitas ( las que tienen de madera en el asiento , no piensen mal) que viene pasado de rosca de tanto andar a 20 y después de enganchar un pasajero, no le baja la pata a menos de 80 por peatonales. Lo veo haciendo luces atrás mío en una calle que dice claramente cuarenta de máxima, en donde el Gobierno citadino se ha hecho la América con las multas fotográficas. Está como loco en su corsa a GNC, viene volando como si estuviera probando motores para el TC 2000, lo dejo pasar y veo como le sacan la foto. Putea, le pega al volante, vocifera, saca el puño e insulta a la nada. Se agarra la cabeza, habla con el pasajero, le señala al de la fotomulta, se señala las bolitas ( esta vez no se trata del bolillero asienteril), les lanza un pedazo de sanguche de MONDIOLA a medio terminar. Se baja, los continúa puteando a los pibes vestidos de amarillitos, viene un cana, lo putea al cana, y vuelve a putear a los de amarillito que ya están hechos un bollo. El Policía saca una boleta y se la muestra como si fuera un refery " una más y te saco la roja". El tachero se sonríe como si fuera Barros Schelotto y se va caminando de vuelta a su unidad equipada con banderita de Radio 10.
Ah dulce floklore del smog citadino...
By Colton & Vegas

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