jueves, 26 de mayo de 2011

GENTE MUY APURADA


Me peino la piojera rebelde a la mañana de viernes, pensando cómo haré para llegar de  punto A al punto B de la ciudad. No dependo del  transporte público, soy un  tonto rehén del transporte  privado en esta Ciudad. Ya salir de casa se  vuelve un  tedio, tomar la autopista mientras tengo a un tachero mal medicado con olor a bolitas ( las que tienen  de madera en el asiento , no piensen mal) que viene pasado de rosca de  tanto andar a  20 y después de  enganchar un pasajero, no le baja la pata a menos de 80 por peatonales. Lo  veo haciendo luces atrás mío en una calle que dice claramente cuarenta de máxima, en donde el Gobierno citadino se ha hecho la América con las multas fotográficas. Está como  loco en su corsa a GNC, viene  volando como si estuviera probando motores para el TC 2000, lo dejo pasar y  veo como le sacan la foto. Putea, le pega al volante, vocifera, saca el puño e insulta a la nada. Se agarra la cabeza, habla con el pasajero, le señala al de la fotomulta, se señala las  bolitas ( esta vez no se trata del  bolillero asienteril), les lanza un  pedazo de sanguche de  MONDIOLA a medio terminar. Se baja,  los continúa puteando a los  pibes  vestidos de amarillitos, viene un cana, lo putea al cana, y  vuelve a  putear a los de amarillito que  ya están  hechos un  bollo. El  Policía saca una  boleta y  se la muestra como si  fuera un refery " una más y te saco la roja". El tachero se  sonríe como si  fuera Barros Schelotto y se va caminando de vuelta a su unidad equipada con banderita de Radio 10.
Ah  dulce floklore del  smog citadino...

By Colton & Vegas

domingo, 22 de mayo de 2011

CHE ARMATE ALGO

 No soy de caminar mucho por el centro de la ciudad, cada  tanto me escapo de la periferia y me llevo  algún  libro  para el subte y me animo  a la locura de sus peatonales y motos zumbando entre la gente. 
Caminando y casi de la nada, me  cruzo a un flaco que solía pasar por casa a llenarse la panza. Por suerte lo vi pelado, medio consumido y con  cara de que sus coronarias se darían  por vencido antes de los cuarenta. Suelto, como suelen portarse los cararrotas, me contó en dos minutos su pedorrada existencia sin  siquiera  preguntarme como estaba. Habló sin pausa hasta que me dice palmeándome el hombro: " Che  cuanto hace que no nos juntamos?"
- A Dios gracias, un montón- respondí.
Y me dice: -Y¿Cuándo  te armás algo por tu casa?- Y sentí como su cara se volvía  un blanco móvil de una trompada con carrera.  "Este hijo de putas tiene el tupé de pedir venir a morfar de nuevo de arriba cuando nunca en la puta  vida me invitó un café, rata de alcantarilla." pensé para mí.
Lo miré, seguía sonriendo el pelotudo.
-El día que vos pagues por la comida-
Y se hizo el ofendido. -Che me hacés quedar como un rasca- y cambió la sonrisa por una mueca.
-Mirá- le dije mientras tanteaba mi  billetera ante sus ojos, - Porqué no la hacemos fácil y  te llevás la guita ahora. Así me ahorrás el preámbulo de  "los amigos son los hermanos que uno elige" y te comprás un sánguche en la esquina sin  regalarme esta sanata tanguera de "LA AMISTAD" (que es cuando uno de estos hijos de rutera se te ponen a hablar de  valores sagrados que solo aparecen cuando necesitan un favor, plata,  los largó la novia o estan embolados).
-¡Che loco, me ofendés en mi honor!- me dijo.
Saqué dos pesos más y los sumé al montoncito. -Disculpame, yo a veces me olvido del valor de las cosas- le dije.
-Buena onda lo tuyo- dijo el roedor.
-Andá a comprarte un panchito en la esquina- le tiré y lo ví alejarse confundido.
Es que la mano  viene compleja. Antes  de ponerme a estudiar gastronomía mi  casa  ya era un  juntadero de  buenas y malas compañias,  vividores, gente sin recursos, gente solitaria, nacionales, extranjeros. Ha pasado de todo, literalmente de todo: hemos tenido cenas  tranquilas y ha venido la yuta  buscando a alguno, han habido romances, festejos, cumpleaños, fiestas de  despedida de soltero, cenas a la luz de las velas e interrogatorios a la luz de los reflectores. Platos de invierno, de verano, parrilladas, pescados, el infaltable helado con frutos rojos. Comida étnica y criolla, entre pocos o de pié por superar la capacidad de sillas.  Gente que después desapareció y nunca más ni escribió ni llamó. Marce dice que es porque la gente está enfracada en su mundo y no da pelota, Ingrid sostiene que son los momentos de cada uno, que a veces le pasa  cuando sus amigas se ponen  de novias. Yo ya ni opino desde que uno de mis mejores amigos me dijo " me embola verte cocinar por tres horas". ¿Será cuestión de pedir empanadas?..


By Colton & Vegas