sábado, 17 de junio de 2023

Mi Yo del Pasado

El problema es casi siempre mi Yo del presente que no colabora con la anticipación de mi otro Yo, mi yo del pasado. Es complejo pero  vamos a ver si podemos explicarlo con una anécdota: 

Hoy me levanté con la firme convicción de tomar el desayuno con una buena taza de café con crema mirando cómo salía el sol por la ventana este de la cocina. ¿Para qué? Para nada. Es solo una de esas conquistas personales que nos imponemos en la cotidianeidad de una rutina que pide ser quebrada. Pero  como toda estupidez que  valga la pena llevarse a cabo inicié con los preparativos: Miré por la ventana, estaba sucia de telarañas y veteada. Había café en casa, pero me faltaba la crema. Estaba antojado con ese café con crema batida.

Busqué el limpiador de vidrios donde siempre vive, un submundo de artículos que prometen derrotar la grasa y dejar todo brillante que descansa en la mesada bajo la pileta de la cocina pero lo encontré vacío. El amanecer sucedía ya y  yo estaba en cuatro patas con la cola asomando por el pijama, sacando atomizadores vacíos de limpiavidrios con la gracia de un reparador de heladeras. Estaban ahí, sin azar,  como quien los hubiera dejado a propósito. Claramente he sido yo pero me preguntándome en qué habré estado pensando en ese instante. 

Se que hay una parte de mi que está lidiando con ser un acumulador y la otra con ser un ser antiecológico que se caga en el medio ambiente y no rellena los atomizadores con el repuesto económico que trae menos plástico, pero esta vez habían cinco atomizadores de limpiavidrios vacíos. Cinco. Uno para cada sector de la casa, para el baño, para la cocina, para la cochera y para el interior del auto. Porque todos sabemos que no hay nada mejor que  armar una nube tóxica de limpiador dentro del vehículo cuando intentamos limpiar el parabrisas en medio del tráfico, durante lo que dura un semáforo mientras el sol nos ciega de frente y usando lo que haya de tela en el coche como franela.

Tomé todos los atomizadores y previo chequear el que mejor guardaba su gatillo (me sentí un pistolero)  deseché cuatro y me quedé con "el mejor". 

El amanecer ya era historia, así que puse proa al supermercado más cercano que está como a  diez cuadras con una lista mental de tres simples artículos: una crema para mi café perfecto, un limpiavidrios para dejar esas ventanas relucientes y una caja de té para la tarde. Mientras cerraba la puerta de casa pude escuchar las carcajadas de las ventanas veteadas, vanagloriándose de su opacidad. Victoriosas ante mi fracaso como amo de casa.

Era sábado y los sábados en Carlingford son una ruleta rusa de jubilados y coreanas que enfilan para el super temprano a esperar a que abra sus puertas cerca de las ocho de la mañana. Están ahí dando vueltas con los dedos apretados en los changuitos, expectantes como un musher de trineos de nieve a punto de escuchar el disparo de largada.

Poco a poco las luces se encienden y los empleados abren las puertas y allí van los clientes octogenarios, lanzados con una velocidad indescriptible que dura entre cinco y seis metros hasta que ven la primera oferta. Y hasta allí les dura la prisa. Porque luego se ponen a boyar entre las góndolas, cotejando cantidades en los envases, precios, contenido, fechas de elaboración y vencimiento y cualquier otra cosa que pueda hacer de esa experiencia una estadía.

Yo no,  yo estoy en una misión, tengo una lista que tiene tres cosas y no la he anotado porque me sentiría un verdader estúpido anotando tres cosas. Y se que soy un descerebrado la gran mayoría del tiempo pero me convenzo de que tres cosas todavía puedo guardar en la mente.

Esquivo el primer contingente cerca de las bananas de oferta, gambeteo el segundo contingente que  no puede creer el dos por uno en leche larga vida y voy directo al sector de limpieza por el limpiavidrios. Uno de tres. El equipo está motivado. Voy a por el segundo y veo el sector de lácteos. Crema en el estante de abajo. Busco la crema y tengo el limpiador en la otra mano. Hay un festejo interior en mi cabeza mientras por el rabillo del ojo veo llegar a un cajero fresquito con la bolsita de cambio para abrir una caja registradora y me le voy al humo.

Pongo las dos cosas en la cinta, estoy por pagar y el tipo me pregunta. ¿Algo más? Y como quien ha entregado el exámen de manera anticipada sin haber leído bien las preguntas algo en mi se estruja. Me percato de que hay dos de tres productos en una lista de compras incompleta. Miro hacia el sector de desayuno y veo una caja de té que me saluda solitaria.

Se ha formado una línea de tres coreanas y un jubilado detrás mío que me cierran el paso que esperan impacientes para pagar. Discutimos, el cajero me invita a cancelar la compra. Miro los changuitos. Si dejo el lugar es media hora de espera. Si me voy es una victoria parcial. La Coreana de adelante se impacienta y me dice que de estar en su Nor Corea natal Kim Jong Hun ya me habría fusilado.

Pago, tomo el limpiador y salgo disparado.

Me meto en el auto putéandome por no haber hecho la lista en papel y googleo los síntomas de alzheimer temprano. Me intranquilizo mientras enfilo para la estación de servicio y cargo nafta. Rechequeo de estar poniéndole nafta de la que va, porque hay como tres tipos que no van con este motor, suplicando que mi cerebro aún sirva para las cosas básicas voy a la caja y pago. Y el cajero, un hombre gentil que  tiene mucha cara de pakistaní me pregunta: -¿Algo más? De cortesía nomás le pispeo las góndolas del minimercado que funciona dentro de la estación y veo ahí mismo, al lado de los lubricantes, una caja de té, igual a la del super. Idéntica en cantidad y al doble del precio. Pienso en la cola del super, en no volver nunca más un sábado a torear a esa chusma de octogenarios y norcoreanos. Pienso, pienso rápido. Tomo el té en mi mano y me quedo en modo mercado de capitales elucubrando el precio por saquito y al volver noto que se ha formado otra cola de automovilistas que quieren pagar por combustible detrás mío.

Pago a regañadientes y con sobreprecio, convencido de que lo aleatorio en mi vida debe ser lo correcto, lo meto en una bolsa y vuelvo a casa. Ya son casi las nueve y media de la mañana. Me siento estafado, me siento estúpido y me siento feliz a la vez por haber completado la lista. Es la falsa alegría de quien se hace trampa jugando al solitario.  

Abro la alacena y busco la caja de té para acomodarla en una caja que más que caja parece un muestrario de todos los sabores de té que haya visto el universo. Pongo los sobrecitos de té prolijamente, la cierro y vuelvo a ubicarla donde estaba en la alacena sin suerte, algo en el fondo del estante no me deja cerrar la puerta por completo. Saco una vez más la caja de las mil muestras de té una vez más y veo que detrás hay cruzada una caja del té que he ido a buscar al supermercado, cerrada, perfecta. Mi Yo del pasado me ha dejado ese presente pensando en que mi Yo del futuro le estará secretamente agradecido. Estoy ahí parado en la cocina con dos cajas idénticas, una abierta, una cerrada, una en cada mano, como un pelotudo. Me río, me preocupo por lo que pueda quedar de mis neuronas, me río aún más fuerte. Una parte mía está esperando que una de esas cajas desaparezca y me devuelva el tiempo y el dinero invertido. Se que es imposible, las acomodo nuevamente detrás de la caja de los mil sabores de infusiones, cierro la puerta de la alacena. Se que volveré a vivir esto en el futuro. Me resigno.

Busco el limpiavidrios y lo coloco debajo de la mesada. Acomodo como puedo entre los mil envases que se pelean allí abajo y hago lugar en el estante sacando todos los artículos de limpieza y colocándolos por familias. El fondo del mueble me espera con un bidón de 5 litros de limpiavidrios sin abrir, listo para rellenar cada uno de los atomizadores que he tirado al reciclador. Lo debo haber comprado hace Dios sabe cuanto, esperando este momento. 

Relleno el atomizador vacío y lo coloco al lado del nuevo que he traído del super. Dejo esta vez el bidón  bien a la vista. Temo por quienes tengan que cuidarme en mi vejez.

Me sirvo ahora un tema y veo la taza humear mientras guardo la bolsa de las compras. Extrañamente vacía me pregunto dónde habré metido la crema que ha quedado olvidada en la caja del super.

Tendré que aprender a vivir conmigo.

lunes, 13 de octubre de 2014

Tommy THE MENACE

Tommy llegó a casa por simple secuestro. En lo profundo de la Ruta 40 una tarde lo vi  entrar por la tranquera meneándose en una conga personal que lleva por paso. Moviendo la cola con la alegría y la soltura que tienen los perros con la vida resuelta.

Un Golden Retriever es un perro noble. Inútil, pero Noble. Tonto, es un perro tonto y bonachón que se preocupa pura y exclusivamente en franelerate de la noche a la mañana. Cuando te estás por dormir, ahí llega él a pedir que lo rasques. A las 6 cuando despunta el sol, te pone una pata encima como para avisarte que ya es hora de dar vueltas en círculo persiguiendo su propia cola. Es muy puntual hay que reconocerlo, eso le vino de la vida de  campo.
Me lo traje de la patagonia encanutado y hoy es parte de la familia Coltoniana, pero para un perro que vaga por Lago Puelo venirse a vivir a Villa Urquiza no es moco de pavo. Tiene que aprender que las macetas no están para ser escarbadas. Que mi cama no es su cama, que mi inhodoro no es su bebedero y que el gato  no está para su deleite sexual prematuro.
Los vecinos fueron los primeros en recibirlo con beneplácito. Mi vecina de mitad de cuadra lo premia con "palitos comestibles" cada vez que pasa y Tommy ya aprendió a hacerse el boludo, pegarle tres lengüetazos y moverle la cola. Vegas no, Vegas es mi Ovejero y ya tiene 9 años. Pensar que cuando llegó a casa lo llevaba en la palma de mi mano y la primer noche que pasó durmiendo al lado de mi cama le dije " Vos vas a ser mi perro, intentá no morir de parvovirus" y se la bancó. En capital, Vegas es el Capanga, Tommy el secuaz.  
En general nos llevamos bien con los vecinos, no hacemos mucho bardo, sacamos la basura a horario y no jodemos al que no nos jode, pero  siempre hay un descuido. Ayer fue el mío.
Abrí la puerta y los perros salieron disparados para la esquina. Pegaron un giro y volvieron. Tommy tenía esa mueca rara que pone cuando está a punto de hacer una cagada y en cambio de volver a meterse salió disparado para las vías del tren.
En ojota lo perseguí. Y digo ojota y no ojotas porque una la tenía ya en la mano  mientras gritaba " vení para acá bichooo del demonio!!!" 
Los primeros 30 metros fueron de él, acelerando como un puma para la esquina donde vive la perrita de la cuadra, que tiene una pekinesa.
Promediando la mitad veo que sale Doña Elsa. 89 años, doble operación de cadera y andador.
La vi volar mientras Tommy la levantaba por el aire, con elegancia, como lo hacía el patrón Bermúdez en la defensa de boca cuando te equivocabas y le querías tirar un caño.
Mientras me acercaba hacía el número de lo que me costaría la prótesis y el juicio y la multa de los de la asociación protectora por matar ahí mismo al perro.
La señora, que por ese entonces solo sentía que la huesuda la había venido a buscar se levantó, me puteó, lo puteó al perro, puteó a la muerte por dejar el trabajo a medias y se las tomó.

De fierro la vieja.
Volví a casa con el perro del collar, cruzándolo a ojotazos hasta que entró. 
Se metió en su cucha y por dos horas ni asomó.
Ahora cuando cruzo por lo de doña Elsa me tengo que pasar de vereda. Ahí va mi carrera como Intendente.

By Colton and Vegas.

martes, 5 de agosto de 2014

THE WALKING AMIGO

Retomo el Blog después de mil años con una anécdota de ayer noche.

Son las 22 hs y estoy estacionando en la puerta de casa. Un hombre se  acerca zigzagueando, arrastrando una pierna y  desorientado. Miré por sobre mi hombro para  comprobar que no me estuvieran encañonando ( ya ha pasado) y caí en cuenta de que  ante el comienzo del apocalípsis Zombie no tendría con qué defenderme.
El Hombre se acerca y veo que tiene el rostro ensangrentado, la boca con un hilo de sangre y baba que le cuelga y las ropas rasgadas. Me toca la ventanilla con un gentil " Amiiiigoooo, me peguéee un palo con la motooo"
Veo hacia adelante, no hay tal moto. Miro hacia atrás, tampoco.
Ok por el aspecto el palo sucedió pero de la moto y de Candela nadie sabe nada.
Me pide unos pesos para llegar a su casa en tren y me pregunta dónde queda la estación. 
Se va, hace diez pasos, resetea y vuelve. " Amigoooo, me peguéee un re palo con la moto".
Deja vu?
Probablemente. Pero el flaco esta loopeado y no se acuerda de la charla que acabamos de tener hace diez segundos. Puede que pase la noche entera en este ciclo hasta que el GPS le encuentre el satélite.
Le vuelvo a dar plata, le indico hacia dónde está la estación y lo primereo. Cuando da el paso número siete ya estoy saliendo de la camioneta con dirección a casa.
El caminante sigue su camino  con el mismo zigzagueo.
La humanidad está perdida entre la solidaridad a medias y el temor a la inseguridad.

Colton and Vegas

lunes, 16 de septiembre de 2013

UN DOMINGO CUALQUIERA ( THE CONTINUEISHION)

Yo creo que de acá a probar analgésicos de Caballo estoy a un paso....

El otro día en UN DOMINGO CUALQUIERA a mi  por poco y me  da un ataque. Pero la cosa no quedó ahí:  Se puso dulce, se puso linda la tarde. Porque cuando estés en la mitad de un naufragio y mires al cielo diciendo " ¿Algo más podria pasar hoy?" no menosprecies  la capacidad del Todopoderoso en responder " Si hijo mío" y mandarte tiburones.

Almorzamos tarde. Tipo  tres. Había comprado una torta de manzana de esas que uno  va saboreando ya en el viaje de ida. Estaba tibia cuando salimos y dejaba perfume de canela en el auto.
Pensé: Clavo pollo a la una, apoliyo, digiero, arranco cuatro y media con el estómago  ya precalentado y 4:45 me estoy haciendo los Matienzos de mi vida con una porción del tamaño de una chica de fugazza.
Pero no fue el caso. Nos deglutimos el pollo como quienes  vuelven de la guerra. Las benditas papas al horno estaban  duras encima, duras!!! Y yo estaba dale que dale con armar un  muñequito vudú con los huesitos de la carcaza y pincharles el negocio a los de la calle Justa Lima. Hicimos sobremesa (  Así llama mi familia al proceso de atarme a la pata de la mesa para que no vaya a cometer una locura) y terminamos tipo cuatro menos cuarto. Adiós torta en mis cálculos lastrativos.
Pasamos a horizontal las dudas y clavamos media hora de siesta.
No lejos de las cinco escucho gritos, los inigualables gritos de la Nona. La abuela es italiana y medio mal llevada y con el tiempo adoptó los rasgos de un rock star: Hace lo que se le canta, cuando se le canta, si quiere se baña y si quiere no. Come a cualquier hora y duerme cuando el resto está en vigilia. Despierta a todos cuando el resto duerme y así se pasa los días. No toca en banda alguna pero se tiñe la piojera de colores raros y usa ropa que podría encuadrar dentro del Glam Rock sin  inconvenientes.
Entre sueños escuché su voz gritando " ahhhhh me quiereeeen quemar vivaaaa" y la voz de mi tía rezongando " mamá  te tenés que bañar!!!" y un tren de  gente  corriéndola por la casa. Surrealista. Y cuando te levantás medio dormido, malhumorado, en calzones y tenés  ganas de fajar gente, que te usen de escudo humano para atajar chancletazos no suma.
Mi hermano entró a la habitación con cara de estar atado a un bloque de C4. Buscaba un detonador con los ojos. me miró y le dije: Nos vamos.
Salimos tarde de Zárate: el tránsito dominical nos depararía un retorno de tres horas. Dos a paso de hombre con un imbécil que te hace luces todo el camino queriendo ganar, tres metros.
Paramos antes de tomar la ruta por una ESSO en el centro de la Ciudad. El playero era hijo de padres primos.
Estaciono la camioneta cerca del surtidor para acercar la manguera  a la boca del tanque y me dice " tiene que darla vuelta". Miro a mi hermano  que asiente con la cabeza en un gesto de " Es un buen día para morir". Le hago notar que de hacerlo la manguera quedará corta y me desoye. Doy la vuelta, estaciono, bajo, entrego las llaves, estira la manguera y, quien lo diría. "Nos quedamos cortos" me dice.
Se hizo un silencio... Miré al pobre incauto y balbucié " Grrrr, mangueraaaa cortaaa, estacionerooo cortooo, cuello muyy largo: yo romper...Coltoon aplaaastaaa!!!" el resto salió en los matutinos.

Debo haber cambiado  rápidamente de color a verde mientras le agitaba tomado de su camisa.Solo sé que desperté en pantaloncillos raídos al otro lado de la ciudad semidesnudo y con mudo dolor de cabeza. Necesito tranquilizar a la bestia.

By Colton " Grrrrrr" & Vegas,


domingo, 15 de septiembre de 2013

Me parece que se cayó... de nuevo.

Heme aquí, domingo de lluvia y yo sin internet. Estoy  como loco calibrando la budinera a ver si consigo  al menos un poquito de conexión para  mandar la nota. 


Ando con una bronca macha. Un domingo de alpedismo garantizado y en casa parece que hubiéramos vuelto a 1980. Con lo que estaba esperando  un día así:
 A mi modesto entender, es como estar en el telo con una modelo y sufrir de impotencia por lluvia. Que se yo, Fibertel es así, cuando llueve “se cae”.  “Estamos trabajando para solucionar el inconveniente” te  dicen por teléfono.  Y yo me imagino  un escuadrón de cacheteadores, un  regimiento de sobadores y un pelotón especial de amasadores de la  fibra óptica que sin importar las condiciones de tiempo te enviagran la conexión para que vuelva “a levantar”.
Me caen simpáticos cuando preguntan “ ¿y ahí levanta?”.  Y uno del otro lado esta “ mmmnop. A ver dale un poquitito más que está remolona” o “ Hacé lo que estabas  haciendo recién que  todavía viene gomosa no me carga ni la página de google”.
Los domingos de frío y lluvia como este encima, están hechos para ponerla. Un poco para hacer cucharita, para verse un western con 400 extras cagados a tiros; para clavar dos pelis de romanos al hilo por el canal de cable donde lo ves a Charlton Heston arriba del carro  a las tres ponele y  siendo azotado por Egipcios a las 5 PM y decís. ¿Qué pasó? ¿Vendió el Flete y se dedicó el sadomasoquismo?
Son  días para agarrarla a la patrona  y corretearla, torta frita en mano por toda la casa; para hacer miguitas en la cama, tomarse unos ricos mates y mirar la temperatura a cada rato: Corroborar que sigue fresco y acurrucar un rato más.
Para momentos así el pijama es el uniforme de batalla. La jogineta, la bata y el remerón se vuelven de rigurosa etiqueta. Los diarios mezclados entre las sábanas y el living. La cara de “ que pajaaaa hoy” matizada con la panza de haberse comido todo durante el finde. Y la promesa de ir al shopping que se cae  cuando uno piensa “ De seguro está hasta las manos, voy a estar apretado con otros mil tipos que salieron a arrastrarse como un ejército de zombies frente a las vidrieras”.
Domingos así son para vivirlos en paz, con calma y tecito entre amigos/as. Hay que  instaurar por ley el té de las minas. Hablan a roletes, le dan a la lengua hasta el calambre, comen hidratos, se prometen cien mil kilómetros de cinta entre rebanada y rebanada de torta y vuelven a aquello tan lindo que tiene el encontrarse con el otro sin el mensajito o el face.
Cada tanto hay que aflojar. Mirarse una buena peli en el dvd y hacer pochoclos caseros. Quemar dos cacerolas con el caramelo hasta que te sale más o menos pasable ( pónganle un poquito de manteca y quedan una joyita). Y volver al mundo pre internet. Aprovecho y mando esto porque parece que levanta.
¡Buen comienzo de semana amiguitos!

Colton “ Im easy like a Saaaaandimoooorniiiin” & Vegas.

domingo, 8 de septiembre de 2013

UN DOMINGO CUALQUIERA

Hace cosa de un mes, una chica me dijo " Debe ser muy dificil ser vos". Algo de razón tenía.
Mi domingo arranca a las  9Am con infinita modorra y aspecto de sobreviviente de accidente aéreo. Salto las valijas, los restos de 747  esparcidos por la sala y  bajo a desayunar ante los pedidos de socorro de la pila de ropa que ha quedado sin planchar.
Le leo tranquilaucha la nota a Borestein y enfilo para el ritual pre viaje a Zárate: ducha, maldecir mi destino, afeitado, putearme siete veces frente a un espejo; ponerme ropa acorde, jurar venganza contra el mundo e iniciar un Hit List para el día.


Son las doce y pico y estoy atascado en el tráfico de salida de la Capital con mi vieja de copiloto ( que ha extendido el diario hacia todos los puntos de visión posible e insiste en mostrarme las ofertas de viajes a Cancún mientras el tipo de al lado me roza los espejos en un sinfín de ademanes e improperios que de seguro la  incluyen). Mi hermano y su novia atrás amenizan el viaje.

Las salidas de Buenos Aires  son algo especial,  hasta el kilómetro  30 tu vida corre peligro, todos desean salir rápido, llegar rápido, comer rápido un rico asado en los parajes del norte y volver aún más rápido. Y todo a costa de los idiotas que le acompañan en lenta caravana y que como él desearían haber invertido en un helicóptero.
Llegamos  a Zárate ( 86 kms de soñada autopista) y paso a comprar la comida en un parripollo local sobre la calle Félix Pagola. Poco glamour si, pero practicidad garantizada.
Pido lo clásico, pollo con fritas ( 2 unidades). La chica que me atiende se llama Belén,  tiene entre  18 y 20 años y aún cuando no salte a simple vista padece de taras infinitas.
Me recalca que se ha quedado  sin papas fritas. Me sugiere llevar papas al horno. Tontamente acepto pensando " nadie es tan imbécil para ponerse a pelar las papas que van a ir al horno si un cliente aguarda de pie a llevarse su pedido". Pero mis pronósticos fallan.
Veo pasar 12 clientes que piden, llevan y pagan en un lapso de 20 minutos. Una vena en mi frente denota los quince segundos de paciencia previos a una toma de rehenes. El tiempo está acabándose.
Le pregunto si tiene todo hecho y me dice " ya sale". Envuelve las cosas torpemente, pone todo en chorreantes bolsas de nylon, despacha a otros tres clientes y me pregunta si deseo esperar las papas un rato más.
Acá se me hace un blanco en la memoria, pero según testigos " me descontrolé un poco".
Al grito de " escuchame ¿Tenés un recargo de dulce de leche para el pollo? Así cuando lo baje con  las facturas a  las cinco de la tarde no desentona."
La mina me mira, su cerebro fue hackeado por Fans de Justin Bieber y no responde.
En tono más elevado " hace veinte minutos que estoy parado viendo salir pedidos, me podés poner un puto  pollo, preferenteme muerto, con lo que putas sea, en una puta bandeja que son las dos y media de la puta tarde!"
Se asomaron dos tipos de la cocina con cuchillos, de los grandes y la dueña me increpa " ¿Pero Usted no pidió papas al Horno?¡ Las papas tardan  40 minutos!"
Creo que volé una porción de rusa contra algo; al salir tenía manchas de mayonesa en el sueter.
Semi subido ya al mostrador le contesté  " Ahh veo que antes esto era una farmacia, porque de gastronómicos se cagan de hambre, cómo  carajos ( golpes de puño sobre mostrador) se supone que el cliente tiene que saber que ustedes A) no tienen  comida lista siendo que son un local de comida lista!!! B) tiempos de cocción para cada una de sus porciones!! O usted va a la panadería y le dicen  ya se lo horneo, banque media hora!!!! C) Quieeeeroooo mi comidaaaaaaa yaaaaaaaa ( azotando un flancito que había ahi arriba) o los denuncioo por sucios, por inoperantes y por pelotudos.
Los dos de la cocina  ya se habían arremangado y caliente como estaba me aprestaba a matarlos, cuerearlos y  hacerlos a  fuego medio.
Hasta que llegaron las papas, al horno; quemadas...( me vi las manos manchadas de sangre por un instante, tomé aire....)
Pedí el ticket, no había. Y me quiso cobrar 20 mangos de más porque Belén tiene previa matemática de primero. Y a ella 150+20 le da 194.... ¿De donde sacó el cuatro? hija de putas, fracaso educativo!!!
Pocas  veces he salido de un local puteando a viva voz: " Son unos hijos de putaaaa, se merecen cagarse de hambre, mañana me voy a poner un  chulengo e frente de  tu local para romperte el orto y enseñarte a laburar rataaa! Los voy a fundir!!!
Vecinos asomados en sus ventanas aplauden... Mi hermano me arrastra al interior del coche. " ¿Todo bien?" pregunta.
No, le digo..."Yo necesito ayuda...."


By Colton " sale con fritas" & Vegas

miércoles, 22 de mayo de 2013

LA EDAD DEL PAVO VOLUMEN 2

Hace mucho que no me siento a hacer esto con Ustedes. Me siento  con el cuadernito en casa, cuando estoy al pedo ( nunca) cuando se corta la luz o cuando pinta uno de esos flash reveladores que me dejan  bailando la macarena cerebral por dos semanas.
Entre el tránsito, la tele, la cuenta  del banco y las perspectivas de un futuro incierto en Argentina, siento  el optimismo  resbaloso como  achura en fuente de loza.  Lo loco de todo esto es que  los pibes de Italia y España se están viniendo para acá. O sea, DEl primero Mundo donde vas a un hospital y  gozan de lujos persas como  gasa y tela adhesiva ( acá la obra social  solo te cubre herida de bala y en la letra chica aclara que si Flavio Mendoza te faja te tenés que poner con la consulta) se vienen para acá, que es algo así como el  último ojete del mapa antes de que se llene el horizonte de hielo con pingüinos. Algo no anda bien. O nosotros somos  unos quejosos de mierda o se les tapó el caño  a los vecinos de arriba y se vienen para abajo para ver como está todo desde el último desembarco.
De cualquier manera, es preocupante. Es esto justamente, lo de  " estar preocupado" lo que ya me  separa de mi rango etario favorito " la edad del pavo 2". La primera la vivís cuando tenés 14 y la segunda cuando pasas los 24 y ya te podés comprar la playstation. La tercera te da  alos 40 cuando te empezás a curtir a la recepcionista de tu oficina que tiene 22, un lomo que raja la tierra y un placard para rellenar con regalos caros. En el medio está esto, que  no tiene nombre. Es un limbo geográfico existencial. Donde vas a un  boliche y te sentís un pelotudo porque no pegás onda y los pendejos se cuelan pepas delante tuyo como si fueran caramelos. Y si te juntás en casa de  " amigos con parejas" a jugar al ludo matic te sentís aún más pelotudo y pensás que tu joda del martes por la  tarde va a ser: comprarte una boina  y darle de morfar a las palomas en una plaza. Esto es el famoso  fifty fifty. Donde te sentís Don Jhonson ( clara alusión a los 80 que  delata tus años) pero  a las 3 de la mattina te agarra la pachorra y no hay como sobrevivirla.
Es real y es una cagada.
Me pongo así, reflexivo y me estoy pareciendo a la imagen esa de mi viejo en la cocina cuando  se sentaba a leer el diario escuchando Am... Hace un año empecé a escuchar Radio 10, Mitre, Continental y La Red.  Es una confesión jodida, así que no se rían: cada tanto me pego un viajecito por la FM para  sentirme un pendejo y me quedo en Milenium, cuando se me traba en Aspen me doy cuenta que la radio de clásicos pasa las canciones que me gustaban hace rato, y ahí cambio. Por las dudas, me esté dando el viejazo prematuro y me quiera comprar un descapotable.

By Colton & Vegas